domingo, 18 de enero de 2015

Notas de la visita a don Nepo

Es 14 de enero y estamos en la casa de don Nepo (de nuevo recordemos que todos los nombres en este blog son seudónimos para ocultar la identidad de amigas, amigos y personas que podrían sentirse vulneradas por lo que cuente aquí, o por mis opiniones, pero quien quiera que se revele su identidad, me lo puede comentar). Es un hombre sencillo que, pese a ser el último hablante vivo de su lengua materna y ser reconocido por ello, consigue sobrellevar el karma de la estigmatización primero, persecusión, y finalmente exotización. Vine acompañando a un grupo de investigadores locales, relacionados con la Casa de la Cultura de San Vicente del Caguán. Para mí, este es precisamente el atractivo que este viaje tiene. El fenómeno social que hay que documentar aquí realmente no es el la sobrevivencia del último hablante de una lengua de origen precolombino, sino la emergencia de grupos de investigadores y artistas en las regiones que hace pocas décadas han sido de colonización, y que si bien lo siguen siendo, lograron generar el arraigo suficiente para que las últimas generaciones se dediquen a construir referentes identitarios con los elementos que la historia ha dejado en sus manos.

Ciro me presentó un trabajo hace unos meses en el que me describía una danza desconocida para mí hasta ese momento: el yariseño. Me remontaba a una historia local de otra parte de Colombia ya en ese momento antigua, a los años 60 y 70 del siglo XX, y me introducía en la historia cultural de la colonización caqueteña. Nada que ver con Colonización, coca y guerrilla de Alfredo Molano. Lo que se mostraba ante mí era una perspectiva de la historia que ya no era la de la confrontación entre la modernidad y lo indígena, sino la visión de los hijos de los colonos, quienes no se identifican de ninguna manera con las maneras en que la colonización fue llevada a cabo. A veces, descubren con horror los detalles del proceso que los ha configurado como identidades nuevas en nuestro país. No siempre esto es solo una toma de conciencia, sino que en este momento es un sistema de heridas abiertas sin sanar, sobre las cuales, sin embargo, se puede vivir y gozar, incluso con la libertad desbordada de la que hablé en una entrada anterior. Por ejemplo, en el transporte hasta aquí, Cintia me contaba que en una investigación sobre memoria reciente en San Vicente, han tratado de preguntar a la gente sobre el período de despeje para las negociaciones entre el gobierno de Andrés Pastrana y la guerrilla de las FARC, pero nadie quiere hablar al respecto, pues quienes fueron influyentes en la época de la guerrilla, así como quienes apoyaron la incursión posterior de las autodefensas, con las consecuentes desapariciones, que nunca han sido contadas, son personas que aún siguen siendo influyentes en el municipio. Es decir, la vida de quien sea que rebele algo de cómo fue esa época podría resultar en peligro,

En este momento, estamos en reunión con don Nepo. Acabamos de ver el breve documental que hizo la Casa de la Cultura de San Vicente del Caguán y Ciro le pidió a don Nepo su opinión. Él no comenta nada. Cuando Ciro insiste en preguntar, -¿Qué le parece? ¿Le gustó?. Él responde: -Sí señor. Eugenia, su hija, dice que no sabe. Al parecer no le parece bien dar su opinión sin el consentimiento de su abuelo.

Es difícil realmente sacarle una opinión sobre el montaje. Ciro propone mirar ahora el documental El último tinigua, de Yves Billon y N. Sauvoy. Mientras lo miramos, él y Joselín le preguntan cosas sobre lo que va apareciendo en el documental. Especialmente, los personajes que van apareciendo llaman su atención, y la de don Gustavo, su amigo de hace 40 años, quien nos trajo en su canoa, de diez metros de largo, hecha de un tronco de madera ahuecada. Excelentemente estable. Con un motor Yamaha de 40 caballos, los más comunes por aquí. La sonrisa de don Gustavo, así como la de mi amigo Ciro, tienen algo del brillo que enciende la cara de los niños cuando se sorprenden. Don Gustavo tendrá unos 60 a 65 años (quizás más?). Don Nepo, según las cuentas tiene cerca de 90 años, y Ciro, 34.

En el video aparecían imágenes de familiares y amigos de don Nepo. Ciro y Lucas iban deteniendo el video y preguntando a don Nepo por ellos. A veces, él contaba algún detalle sobre su hermano, su padre o sus amigos. Lo más común era que se pusiera a hablar con don Gustavo sobre sus conocidos y amigos comunes. Repasaban con Ciro los lugares donde él había vivido, pues en la danza que el año pasado prepararon y de la cual le mostraron el video, se representaban los lugares donde él y su familia habían vivido en una vida huyendo las persecuciones de las violencias, comenzando por la persecución de que los indígenas fueron objeto en los llanos orientales a lo largo del siglo pasado, luego la violencia partidista, la del actual conflicto político armado, que le ha tocado de tan cerca, como que contó que los cráteres que se formaron en un potrero a unos 500 metros de su casa, por el camino por el que pasamos para llegar a su casa, desde el caño más cercano, fueron producto de un bombardeo hace un par de meses. Entre los vecinos de don Nepo actores del conflicto armado y cocales de otras personas, se confunden, así como la intervención que, desde esta perspectiva parece errática, peligrosamente sujeta de graves errores. Recuerdo que contaba dos cosas: la primera, que estuvo sordo varios días luego del bombardeo, y la segunda, que el cultivo de coca no es negocio. De sus vecinos cultivadores, dice que cultivan esa hoja y siempre andan sin un peso. -En cambio yo tengo 20.000 pesos y no tengo necesidad de cultivar, ni meterme en problemas.

Hace un rato, don Nepo, finalmente se cansó de hablar sobre su vida y pidió que pusiéramos una película. La tecnología hoy permite llevar equipos livianos con los que el grupo de investigadores caqueteños puede moverse fácil, incluyendo un computador con películas que compartir en las últimas horas de la noche. Pusieron la única que había en el computador de Wilton: El Rey de Persia. Don Nepo y su nieta Valeria aguantaron una hora. Cuatro del resto de visita nos quedamos hasta que acabó y nos acostamos cerca de la medianoche.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario