sábado, 8 de julio de 2023

Retorno a la Madre

Diseño original recordatorio M.V. Lozano Züñiga

[Apartamento de Cristian, julio 7 de 2023, 11 p.m.]

Sin adjetivos, ni espectáculo pese a que el publicar claramente lo es, quiero escribir al inicio de esta etapa del blog, tan olvidado como mi escritura, esta oración simple: -Se murió mi mamá. 

Camino en la selva, cerca de San José, El Encanto, Amazonas

Lo digo en contradicción. Similar quizás a la de un admirado antropólogo a quién conocí por relatos de familias amigas de San José, El Encanto, Amazonas, no personalmente (lo leí de joven, me topé con artículos suyos sobre antropología de la vida cotidiana y quise conocerlo: Horacio Calle, ahora lo conozco por sus amigxs murui, que fueron cercanos a él y ahora son cercanos conmigo). Es la contradicción de lo que tiene sentido hacer y la apariencia del llamar la atención mediante lo escrito, es decir, la lucha con la vanidad de la ciencia (¿social?). 

Quiero pasar desapercibido pero también quiero poner un grano de arena para cambiar el mundo, no ser visto, pero ser el superhéroe y el agente secreto. Y ¿qué ocurre cuando se muere la mamá del agente secreto o del superhéroe? No responderé a mi pregunta (aunque quizás ¿ya lo hice?). 

    
Cerca de las cataratas de Iguazú (Foto de M.V. Lozano Zúñiga)


    Ojalá no muchos lean esto,     pero sé que lo harán.            Afortunadamente no tiene     mucha imagen y ello le            quita un poco de                    espectáculo, pero esta            exhibición de fragilidad,        resiliencia, fortaleza                (¿fingidas?) ¿no es                    inevitablemente                        espectacular? Hace 27            años me declaré en actitud     egocentrada                           (¿egocéntrico?), para            escribir mi monografía de        grado como antropólogo.        Me sigo dando cuenta de        que la primera persona            tiene sentido, pero ese            camino conduce a no                escribir, pues lo más honesto se toca inmediatamente con lo sinceramente modesto, pero ese camino conduce a la acción que nace del corazón, no a las parrafadas en primera persona que dan la sensación de miedo a actuar, a afrontar el riesgo de querer cambiar algo de una forma realmente creativa, sin que nadie te comprenda. Nuevamente, la misma contradicción puede inmovilizar otra vez, pues ¿no es hacer algo diferente equivalente a “dejar una marca”? Y ello es en todo caso el intento de dejar huella en la historia, en algún tipo de historia. Lo contrario sería sólo seguir la pauta, el guión social de lo que todo individux debe hacer (nunca mejor utilizada esta x, pues el género no importa para el capital, aunque sí para formas de reproducción social y material más tradicionales sin fuerza hoy en el mundo moderno)... 



¡Aquí vamos Ushuaia! (Foto en Puerto Iguazú, de D.A. Lozano Zúñiga)


Se murió mi mamá (¡Basta de parrafadas!) y junto con mi hermano, cuñada, sobrino, sobrina y primo-hijo, viajamos a Ushuaia a cumplir el sueño que quedó pendiente de mi mamá: conocer Tierra del Fuego, ver los pingüinos…. Salimos de Bogotá el dos de julio (hace cinco días), pasamos por Asunción (Paraguay) rapidámente, donde aterrizó ese primer vuelo, para llegar a Ciudad del Este (Paraguay), Foz de Iguazú (Brasil) y Puerto Iguazú (Argentina), y tener ahí nuestra primera parada para conocer las cataratas de Iguazú, desde el lado argentino. 

 

Inevitable recordar ahí cuando conocí las cataratas Victoria, hace ya 17 años. 

Foto de mi archivo personal 2006

Igualmente inevitable comparar, pues ambas son caídas de agua colosales, impresionantes y la experiencia está fuera de todo cálculo previo, así como cualquier imagen se queda corta literalmente, pues no da el tamaño de una foto para la dimensión del lugar, y cualquier lente que la quiera reducir la deforma. Por otra parte, las gotas de agua minúsculas, producto del choque violento con el fondo de la caída son una sensación que ninguna cámara logra captar. Esta lluvia invertida genera un microclima que abarca las islas del interior de las cataratas y que se siente con toda su fuerza cerca de la Garganta del Diablo (video arriba) aquí en Iguazú. 

Estas informaciones pueden buscarse en internet y no tienen el carácter único de la búsqueda familiar en que estamos envueltos en este momento estos y estas seis personas viajeras que recordamos a una mamá. 

Foto de D.A. Lozano Zúñiga

En cambio, más parece único el encuentro con una mamá “complementaria” que nos sorprendió en Puerto Iguazú en El Sabroso Delivery (lugar que puede encontrarse en maps), un restaurante esquinero de techo y baranda, de construcción sencilla, en el que los tres más jóvenes del viaje insistieron en repetir cena, es decir, retornar en nuestra segunda noche ahí. El éxito: una pizza de jamón con pimientos del morrón. La pedimos tres veces y, aunque intentamos pedir más cosas para variar, era inútil: siempre alguien volvía a pedir la misma pizza. La señora que nos la sirvió, doña Juana (nombre cambiado temporalmente), con la dulzura propia de la gente de Tucumán, su provincia de origen, nos fue contando partes de su historia y nosotros de la nuestra. Cuando le contamos que mi mamá (nuestra mamá) había muerto y que tenía tiquete para ir hasta Ushuaia, y lo había perdido, y que por eso vamos hasta allá, para terminar por ella esa tarea pendiente, llevarla con nosotros y sorprendernos con el frio, el glaciar, los pingüinos y lobos marinos, como se habría sorprendido ella. 

Ella, la señora, de Tucumán, venida hace cuatro años aquí a Puerto Iguazú, conmovida no solo por nuestra historia, sino por la suya misma, nos contó que le pasó algo similar: su hijo murió hace pocos años en Tucumán, donde vivían. Después de eso fue que ella salió de su tierra y llegó aquí, y le ha ido bien, está contenta. Esto que ha logrado le habría gustado a su hijo, pero él ya no está. Entonces un poco conmovidos también, comimos lo que nos servía, agradecimos, intercambiamos datos para poder mantener luego el contacto: hijos que recuerdan a su mamá. Mamá que recuerda a su hijo. Gracias señora Juana. 

Esperando la pizza de jamón con morrón (Foto de C.D. Muñoz Lozano)



1 comentario:

  1. Fue muy bonito leer la metáfora de llevar a la madre al viaje, a pesar de no estar en su cuerpo físico. Eso es bello. Espero que disfruten mucho de la salida y experiencias que brinda los nuevos paisajes, nosotros somos parte de ese paisaje, a pesar de no vivir allí. Es una forma de alimentar el espíritu.

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