[Nido Colibrí, vereda La Floresta, Villamaría,
Caldas, agosto 22 de 2017: 8 a.m.]
Sector Mandalay, vereda La Floresta, visto desde la vereda Bajo Arroyo |
De las tres
semanas que ya ajusto de período sabático, ni un solo día he conseguido cumplir
fielmente el horario que me propuse en la primera entrada de esta diario. No me
he dejado desalentar por ello y puedo decir que lo he intentado. En general, mi
hora de levantada resulta aceptable teniendo en cuenta que nunca me acuesto a
las 11 p.m., sino más bien a la medianoche. Así que un retraso de media hora al
iniciar el día no es una tragedia. Simplemente, me doy prisa con el desayuno o
reduzco un poco el tiempo de trabajo de la tierra, que lo pensé generosamente,
y a las 9 a.m. ya estoy escribiendo algo. Algunos días el trabajo de la tierra
es tan demandante que se apropia de la mañana entera, como el día que
comenzamos a cortar las guaduas para la minga de construcción del escenario
campesino que planeamos hacer aquí en el Nido Colibrí, sector Mandalay, vereda La Floresta (ahora mismo he debido
interrumpir la escritura para ir a recoger a Kussi, un perro que escapó hace dos
días de aquí, encontrado cerca del pueblo por Samir, quien me llamó afanado porque tenía poco tiempo para llegar a clase en la universidad, habían
buscado al perro ayer sin éxito, ya en casa me dediqué a arreglar el hueco en
la cerca de lata de guadua que abrieron la semana pasada, retomo el trabajo
de escritura a las 9:30 a.m.).
El tiempo por
estos días se subordina a una actividad llamada “Convite por un Escenario
Campesino”, el cual estamos preparando para el próximo 2 de septiembre, sábado.
Me doy cuenta mientras pienso en ello que exudo animación comunitaria, rural,
sociocultural. En estas dos semanas en las que no he escrito había pensado
escribir sobre la experiencia de ir a clase de animación como invitado de
Bibiana, la profesora asignada para dicha asignatura durante mi sabático y
quien va encontrando en ello una oportunidad de explorar otra faceta de su
profesión, de su práctica, de su vida. En principio, escribir sobre ello me
habría ayudado a adelantar trabajo para el libro de texto sobre animación
sociocultural que me comprometí a escribir en este sabático,
aprovechando los insumos recogidos a lo largo de ocho años de impartir la
asignatura. Siento satisfacción de ese proceso y me doy cuenta de que los
estudiantes se interesan en la materia, pero dejé pasar el cuarto de hora y mis
recuerdos de aquellas dos sesiones son ya muy fragmentarios como para contar
una historia interesante.
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Cartel del Convite Campesino, elaborado por Valentina |
Pero, hoy,
retomando la escritura de entradas para blog, antes de retomar la de los
libros, caigo en cuenta de que lo que me afana en este momento, es decir, la
preparación de un convite o minga del 2 de septiembre, es un ejercicio de
animación comunitaria, rural, sociocultural, también lo es de educación
popular. Esta claridad está alimentada por la jornada del viernes pasado, en la
que encontré un auditorio de educadores comprometidos en la sesión sobre tribus
educadoras del doctorado en ciencias sociales, niñez y juventud del CINDE, en
la Universidad de Manizales, algunos de ellos y ellas, por quienes he sentido
admiración, pues cuando estudiaba bachillerato, ellos eran ya educadores muy
activos. Tenía la tarea de compartir algo interesante con ellos, relacionado
con el libro Jóvenes educadores, y después
ir a la reunión del equipo del Nido Colibrí a planear el “Convite por un
escenario Campesino”.
Cuando llegué a
la reunión preparatoria del convite campesino, estaba tan contento por la
receptividad y el interés que me habían mostrado a lo largo de la sesión, que
invité a la cena a todo el grupo (había incluso recibido aportes voluntarios
por aquellos libros importados hace años cuando la crisis en España amenazó con
mandar a picar los libros que estaban generando gastos de almacenaje).
Obviamente, se prestó la situación a toda clase de bromas sobre el oficio de
vendedor, la industria editorial, los profesores que venden sus libros en los
congresos, etc. Pero mi mayor gusto era contar cómo cuando, en el conversatorio
llegué al momento en que presentaba una primera aproximación a los grupos de
jóvenes comprometidos en educación como “grupos juveniles” y la vinculaba a la
Casa de la Juventud de los jesuitas, en el barrio La Soledad, en los años 70, 80
y 90, intervinieron emocionados uno tras otro y otra, los educadores que habían
pasado por allí y que conocen y se formaron bajo la tutela de Alejandro
Londoño, Jesús Andrés Vela y compañía. Con uno de estos educadores que alzaron
la mano en primer lugar nos tomamos un tinto, y hablamos poco tiempo, pues
ambos teníamos compromisos y viajes encima, yo a Fredonia y él a Mitú (Vaupés).
La tribu Nido Colibrí cerca de la cima del Alto del Portón, caminata nocturna |
Nos despedimos, agradecí su compañía e interés y salí con prisa de la
Universidad de Manizales para ir a alistar maletas, antes de la reunión, que
fue en una especie de Bar con comidas rápidas llamado White House, donde trabaja Marla como administradora. Mientras
avanzábamos en la reunión pensaba en este grupo, y en tantas cosas que cada una
de ellas hace y hará. Sobraba decir que somos una nueva “tribu educadora”, como
aquellas sobre las que acababa de echar cuento ante un auditorio de profes y
gente de las ciencias sociales.
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Adios Rafa... |
Esa misma noche,
salí de viaje a Fredonia, donde al día siguiente me encontré con la familia
Saldarriaga, cuyo padre, esposo, hombre ejemplar, amoroso, acogedor, y cantidad
de otras virtudes había muerto, no sin antes pedir a su familia que sus cenizas
fueran a reposar en una quebrada cerca del lugar donde nació y se crió. La
caminata y ceremonia familiar fueron por la mañana, mi mente volaba con
facilidad hacia la sala, la cocina de su casa, en Bogotá hace 20 años,
saludando, charlando, invitándome a elevar cometa con sus hijas e hijo… todos
ellos relacionados con el Centro de Expresión Cultural Fe y Alegría Santa
Librada, animadores importantes de aquel ambiente creativo y comunitario…
Recuerdos vienen y van mientras observo, grabo y tomo fotos del momento en que,
sobre unas piedras en la unión de dos quebradas, van echando y dejando ir las
cenizas, que enturbian brevemente las aguas cristalinas, que llevan también lágrimas
tranquilas.
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Vista de Fredonia desde La Loma |
Después del
almuerzo de rigor, voy a encontrarme con Luz Mariela Villa, animadora de
primera línea en el proceso de la Asamblea Municipal Constituyente de Fredonia,
quien me ofreció posada en su finca, vereda La Loma… Mucho que charlar,
conocer, ambiente de vecinos acogedores y solidarios, incluso con una jauría de
cinco perros abandonados en una finca cercana, cuyo dueño dejó solos hace
semanas. A las 8 p.m. diariamente, se juntan los vecinos a llevar comida a los
huérfanos, y se hace la charla del día, de lo que esté pasando, de lo que
surja. Su esposo Iván, aunque no está ya tan fuerte, debido a una vida
esforzada de mucho trabajo que pasa factura, y sus perros, son igualmente
acogedores. Hablamos de los procesos comunitarios, del rol tan activo de las
mujeres, de la urgencia de la educación de los colombianos, ahora en el
post-acuerdo… Me invita a ver una casa vieja que fue de Rodrigo Arenas
Betancurt, en la finca vecina, y encontramos solo una habitación, el piso de
baldosa roja de arcilla cocida y una familia que cuida celosamente la propiedad,
el hombre de voz fuerte y labia pícara… -Buen paisa… pienso mientras le halo de
la lengua para que eche cuento y me narra picardías de juventud, como aquella
vez en que, con sus amiguitos de la vereda, por el barrio Vélez, de Manizales,
desengranaron un bus escalera en la antigua carretera de Villamaría y… ¡no les
pasó nada! La chiva se apoyó coincidencialmente con un andén alto que había
poco más debajo de la pilatuna… Debo parar al cuentero para poder regresar,
pues viene una lluvia y también continuar mi viaje.
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Estudiantes del Cabildo Indígena Universitario trabajando la chagra |
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Estudiantes de la Cátedra Indígena Intercultural trabajando la chagra |
Recordando la intensidad del fin de semana, vuelvo a
pensar: -exudo animación comunitaria… A la hora del eclipse, ayer, y quizás aún
hoy, Jaime, el educador con quien tomé un tinto en la Universidad de Manizales
el viernes, está en Mitú en actividades de formación de educadores del SEIP de
colegios indígenas de Vaupés. Evidentemente, los caminos de la educación
popular y la animación sociocultural, por estas latitudes, van en esa
dirección.
Taller de impulso a la educación propia, Lagos del Dorado, Miraflores, Guaviare (cerca del Vaupés) |
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