miércoles, 4 de octubre de 2017

¡Aaaa...! ¡La animación...!


[Nido Colibrí, vereda La Floresta, Villamaría, Caldas, agosto 22 de 2017: 8 a.m.]

Sector Mandalay, vereda La Floresta, visto desde la vereda Bajo Arroyo
De las tres semanas que ya ajusto de período sabático, ni un solo día he conseguido cumplir fielmente el horario que me propuse en la primera entrada de esta diario. No me he dejado desalentar por ello y puedo decir que lo he intentado. En general, mi hora de levantada resulta aceptable teniendo en cuenta que nunca me acuesto a las 11 p.m., sino más bien a la medianoche. Así que un retraso de media hora al iniciar el día no es una tragedia. Simplemente, me doy prisa con el desayuno o reduzco un poco el tiempo de trabajo de la tierra, que lo pensé generosamente, y a las 9 a.m. ya estoy escribiendo algo. Algunos días el trabajo de la tierra es tan demandante que se apropia de la mañana entera, como el día que comenzamos a cortar las guaduas para la minga de construcción del escenario campesino que planeamos hacer aquí en el Nido Colibrí, sector Mandalay, vereda La Floresta (ahora mismo he debido interrumpir la escritura para ir a recoger a Kussi, un perro que escapó hace dos días de aquí, encontrado cerca del pueblo por Samir, quien me llamó afanado porque tenía poco tiempo para llegar a clase en la universidad, habían buscado al perro ayer sin éxito, ya en casa me dediqué a arreglar el hueco en la cerca de lata de guadua que abrieron la semana pasada, retomo el trabajo de escritura a las 9:30 a.m.).

Kussi, visto a través de una ventana en el Nido Colibrí
El tiempo por estos días se subordina a una actividad llamada “Convite por un Escenario Campesino”, el cual estamos preparando para el próximo 2 de septiembre, sábado. Me doy cuenta mientras pienso en ello que exudo animación comunitaria, rural, sociocultural. En estas dos semanas en las que no he escrito había pensado escribir sobre la experiencia de ir a clase de animación como invitado de Bibiana, la profesora asignada para dicha asignatura durante mi sabático y quien va encontrando en ello una oportunidad de explorar otra faceta de su profesión, de su práctica, de su vida. En principio, escribir sobre ello me habría ayudado a adelantar trabajo para el libro de texto sobre animación sociocultural que me comprometí a escribir en este sabático, aprovechando los insumos recogidos a lo largo de ocho años de impartir la asignatura. Siento satisfacción de ese proceso y me doy cuenta de que los estudiantes se interesan en la materia, pero dejé pasar el cuarto de hora y mis recuerdos de aquellas dos sesiones son ya muy fragmentarios como para contar una historia interesante.

Cartel del Convite Campesino, elaborado por Valentina
Pero, hoy, retomando la escritura de entradas para blog, antes de retomar la de los libros, caigo en cuenta de que lo que me afana en este momento, es decir, la preparación de un convite o minga del 2 de septiembre, es un ejercicio de animación comunitaria, rural, sociocultural, también lo es de educación popular. Esta claridad está alimentada por la jornada del viernes pasado, en la que encontré un auditorio de educadores comprometidos en la sesión sobre tribus educadoras del doctorado en ciencias sociales, niñez y juventud del CINDE, en la Universidad de Manizales, algunos de ellos y ellas, por quienes he sentido admiración, pues cuando estudiaba bachillerato, ellos eran ya educadores muy activos. Tenía la tarea de compartir algo interesante con ellos, relacionado con el libro Jóvenes educadores, y después ir a la reunión del equipo del Nido Colibrí a planear el “Convite por un escenario Campesino”.

Cuando llegué a la reunión preparatoria del convite campesino, estaba tan contento por la receptividad y el interés que me habían mostrado a lo largo de la sesión, que invité a la cena a todo el grupo (había incluso recibido aportes voluntarios por aquellos libros importados hace años cuando la crisis en España amenazó con mandar a picar los libros que estaban generando gastos de almacenaje). Obviamente, se prestó la situación a toda clase de bromas sobre el oficio de vendedor, la industria editorial, los profesores que venden sus libros en los congresos, etc. Pero mi mayor gusto era contar cómo cuando, en el conversatorio llegué al momento en que presentaba una primera aproximación a los grupos de jóvenes comprometidos en educación como “grupos juveniles” y la vinculaba a la Casa de la Juventud de los jesuitas, en el barrio La Soledad, en los años 70, 80 y 90, intervinieron emocionados uno tras otro y otra, los educadores que habían pasado por allí y que conocen y se formaron bajo la tutela de Alejandro Londoño, Jesús Andrés Vela y compañía. Con uno de estos educadores que alzaron la mano en primer lugar nos tomamos un tinto, y hablamos poco tiempo, pues ambos teníamos compromisos y viajes encima, yo a Fredonia y él a Mitú (Vaupés). 

La tribu Nido Colibrí cerca de la cima del Alto del Portón, caminata nocturna
Nos despedimos, agradecí su compañía e interés y salí con prisa de la Universidad de Manizales para ir a alistar maletas, antes de la reunión, que fue en una especie de Bar con comidas rápidas llamado White House, donde trabaja Marla como administradora. Mientras avanzábamos en la reunión pensaba en este grupo, y en tantas cosas que cada una de ellas hace y hará. Sobraba decir que somos una nueva “tribu educadora”, como aquellas sobre las que acababa de echar cuento ante un auditorio de profes y gente de las ciencias sociales.

Adios Rafa...
Esa misma noche, salí de viaje a Fredonia, donde al día siguiente me encontré con la familia Saldarriaga, cuyo padre, esposo, hombre ejemplar, amoroso, acogedor, y cantidad de otras virtudes había muerto, no sin antes pedir a su familia que sus cenizas fueran a reposar en una quebrada cerca del lugar donde nació y se crió. La caminata y ceremonia familiar fueron por la mañana, mi mente volaba con facilidad hacia la sala, la cocina de su casa, en Bogotá hace 20 años, saludando, charlando, invitándome a elevar cometa con sus hijas e hijo… todos ellos relacionados con el Centro de Expresión Cultural Fe y Alegría Santa Librada, animadores importantes de aquel ambiente creativo y comunitario… Recuerdos vienen y van mientras observo, grabo y tomo fotos del momento en que, sobre unas piedras en la unión de dos quebradas, van echando y dejando ir las cenizas, que enturbian brevemente las aguas cristalinas, que llevan también lágrimas tranquilas.

Vista de Fredonia desde La Loma
Después del almuerzo de rigor, voy a encontrarme con Luz Mariela Villa, animadora de primera línea en el proceso de la Asamblea Municipal Constituyente de Fredonia, quien me ofreció posada en su finca, vereda La Loma… Mucho que charlar, conocer, ambiente de vecinos acogedores y solidarios, incluso con una jauría de cinco perros abandonados en una finca cercana, cuyo dueño dejó solos hace semanas. A las 8 p.m. diariamente, se juntan los vecinos a llevar comida a los huérfanos, y se hace la charla del día, de lo que esté pasando, de lo que surja. Su esposo Iván, aunque no está ya tan fuerte, debido a una vida esforzada de mucho trabajo que pasa factura, y sus perros, son igualmente acogedores. Hablamos de los procesos comunitarios, del rol tan activo de las mujeres, de la urgencia de la educación de los colombianos, ahora en el post-acuerdo… Me invita a ver una casa vieja que fue de Rodrigo Arenas Betancurt, en la finca vecina, y encontramos solo una habitación, el piso de baldosa roja de arcilla cocida y una familia que cuida celosamente la propiedad, el hombre de voz fuerte y labia pícara… -Buen paisa… pienso mientras le halo de la lengua para que eche cuento y me narra picardías de juventud, como aquella vez en que, con sus amiguitos de la vereda, por el barrio Vélez, de Manizales, desengranaron un bus escalera en la antigua carretera de Villamaría y… ¡no les pasó nada! La chiva se apoyó coincidencialmente con un andén alto que había poco más debajo de la pilatuna… Debo parar al cuentero para poder regresar, pues viene una lluvia y también continuar mi viaje.

Estudiantes del Cabildo Indígena Universitario trabajando la chagra
Siguiente estación: Supía, las fiestas de San Lorenzo, que presencio sin encontrar amigos, y ayer, en la mañana encuentro con la familia de David y Diana, estudiantes de la Cátedra Indígena Intercultural, quienes me habían invitado a conocer el ambiente indígena de este municipio, pues ellos mismos hacen parte de la parcialidad de La Trina, de la etnia Emberá-Chamí. Era el día del eclipse parcial de sol y rápidamente la invitación fue a almorzar, ver el eclipse y hacer una ceremonia de armonización y, en cierto modo, de homenaje al sol. El almuerzo estuvo delicioso: lentejas con pollo y arroz, jugo de mora, reclamado con insistencia por Emmanuel, niño de unos cinco años, hijo de Diana, y bebido con gusto por todos, en un calor bochornoso que sacó quejas amargas y tibias de varios comensales. Estos, se multiplicaron por dos. Es decir, de siete resultamos catorce, pero la comida alcanzó. El eclipse pasó inadvertido y la ceremonia comenzó cuando constatamos que ya no había nada que ver, que fue demasiado parcial. Siguiendo el estilo local, la armonización se hizo con tabaco fumado, un aceite de borrachero que se unta y frota en las manos y un destilado de caña con yerbas aromáticas dentro, el cual se bebe y algunos lo aspersan con la boca (el oficiante particularmente, para purificar el ambiente). 

Estudiantes de la Cátedra Indígena Intercultural trabajando la chagra
Nos quedamos hablando con el hermano mayor de David, cabildante en el resguardo y concejal en el municipio, quien en un momentico me contó de sus procesos organizativos y luchas, del SISPI, del SEIP, de los planes de salvaguarda… Acabamos el tabaco y retornamos del solar, donde estábamos, a la casa, subiendo unas escaleras. Acabamos de finalizar una dinámica de grupos que facilita nuestra autoevaluación de procesos en los que estamos firmemente comprometidos. Inadvertidamente animación sociocultural propia.

Recordando la intensidad del fin de semana, vuelvo a pensar: -exudo animación comunitaria… A la hora del eclipse, ayer, y quizás aún hoy, Jaime, el educador con quien tomé un tinto en la Universidad de Manizales el viernes, está en Mitú en actividades de formación de educadores del SEIP de colegios indígenas de Vaupés. Evidentemente, los caminos de la educación popular y la animación sociocultural, por estas latitudes, van en esa dirección.

Taller de impulso a la educación propia, Lagos del Dorado, Miraflores, Guaviare (cerca del Vaupés)

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